martes, 24 de agosto de 2010

Producto del Arte

Enciendo la luz que está sobre la bacha de la cocina, saco las verduras frescas de la heladera, abro el primer cajón donde busco el instrumento apropiado, de los que tienen dientes el más cortante. Lavo hoja por hoja, pieza por pieza dejando correr el agua fría que con su pureza es capaz de despojar toda partícula ajena.
Mientras enciendo la hornalla y coloco una sartén sin mango a calentar, tomo la cebolla, le quito las capas que hacen de cáscara y en una lucha que sé que voy a perder intento rebanarla rápidamente para no lagrimear demasiado, después me seco los ojos para seguir.
Entonces busco las hojas verdes, las sacudo para secarlas y apretándolas entre mis manos y presionando con los dedos sobre la tabla de madera donde comienzo a cortarlas en tiras finas una y otra vez hasta terminarlas, ahora voy por la fruta roja la que prefiero en dados irregulares, deja el rastro con parte de su pulpa y semillas sobre la superficie. La frescura invadió la cocina cuando ya se ve todo en un recipiente plateado.
Busco la carne, la apoyo en la madera y con un cuchillo más grande la voy cortando, presiono para que su filo penetre entre las fibras rojas abriéndose el paso la suficiente cantidad de veces hasta que mi estómago lo considere, entonces separo esos pedazos y guardo lo que sobra para otro momento, la sangre corre sobre la madera hasta llegar al acero, coloco la carne toda blanda y roja sobre ese sartén caliente que con su chillido me da aviso de su alta temperatura, los trozos se adhieren, después de unos segundos comienzan lentamente a contraerse, condimento con sal y algo de pimienta, ahí los doy vuelta para pintarlos con mostaza, ese aroma se adueña de todo el ambiente.
Mientras espero limpio y acomodo lo que usé en la cocina, preparo la mesa, con un individual, el vaso, cubiertos y la botella de agua fría, más alguna galletita. Termino la ensalada que estaba a la espera de fluidos que intensifiquen su sabor. El aroma se vuelve invasivo.
Me sirvo en un plato y lo llevo a la mesa, me siento entonces relajado, noto que el ritmo de mi respiración se modera, ahí me doy cuenta de que disfruto de estos momentos producto de arte culinario.

( Otro producto de untipoexpertoencosas, un tipo con alma de gordito simpático)

1 comentario:

Anónimo dijo...

y mas rico cuando se cocina de a dos, eh gordito? V.