martes, 24 de agosto de 2010

Producto del Arte

Enciendo la luz que está sobre la bacha de la cocina, saco las verduras frescas de la heladera, abro el primer cajón donde busco el instrumento apropiado, de los que tienen dientes el más cortante. Lavo hoja por hoja, pieza por pieza dejando correr el agua fría que con su pureza es capaz de despojar toda partícula ajena.
Mientras enciendo la hornalla y coloco una sartén sin mango a calentar, tomo la cebolla, le quito las capas que hacen de cáscara y en una lucha que sé que voy a perder intento rebanarla rápidamente para no lagrimear demasiado, después me seco los ojos para seguir.

martes, 3 de agosto de 2010

El hábito no hace al monje

Venía por el boulevard camino a casa, entonces me crucé a la vereda justo ahí frente a lo que era Molinos Franchino según dicen están construyendo un espacio cultural, en la cuadra entre Vittori y República de Siria. Yo, abstraído, claro.
Pude bajar a la realidad cuando noté que delante de mí caminaba con su madre un niño a los que veía de espaldas, ella una mujer arreglada con abrigos necesarios para soportar semejante frío, a su lado el tipito con no más de unos siete años, con su dorso voluptuoso similar a una mini heladera o al menos a una conservadora familiar de camping, aunque vestido como un tipo más mayor en tonos del marrón, gorrita de la tercera edad oscura, bufanda del tono de la gorra, campera chocolate, pullover escote en v un poco más claro, camisa, pantalón de corderoy color caqui, botitas de gamuza beige, llevaba paso corto por sus patas de catre, dulce este personaje.