jueves, 22 de abril de 2010

Al fin y al cabo

La partida.
Habíamos viajado a Uruguay con cuatro amigos, en realidad éramos cinco en la partida aunque sólo por unos días, ya que Javi se quedó en José Ignacio porque volvía antes fue a hacer sky surf, los otros seguimos viaje.
El domingo y también el lunes dormimos primero en un camping y la noche siguiente en el hostel de Rafa, fueron las dos noches en La Paloma (capítulo aparte).
Estuvimos en el cierre de los carnavales 2010 de La Pedrera, noche terriblemente fantástica llena de disfrazados, unos veinte mil según nos comentó alguien en el camino.
El martes 16 de enero, después de pasar por Aguas Dulces, habíamos llegamos a Valizas, alrededor de la hora 13,30, empezamos dando una vuelta por ahí, mientras buscamos con ánimo de provocar una catástrofe o algo semejante a un baño; de eso me acuerdo bien.

Era nuestra primera experiencia por esas costas y recién estábamos subiendo, así que todo resultaba novedoso y cada lugar que conocíamos superaba ampliamente las expectativas. Como al llegar a cada lugar caminamos para conocer un poco, vimos unos puestitos de artesanos donde compramos algunos utensilios con Diego, que eran para regalar y otro para usar. Pasaron un par de horas, ya resultaba ideal para almorzar, nos dirigimos al bar que está frente a la placita, ahí esperaban Andrés y Leo, para cuando llegamos se acercó una chica a ver si por las dudas teníamos o sabíamos cómo conseguir algo para fumar, entonces le recomendamos unos amigos artesanos que conocíamos de hace algunos minutos.
Después de ubicarnos pedimos el almuerzo, muy bueno por cierto, excepto que la moza me trajo los tallarines sin la salsa, se dio cuenta cuando iba por la mitad y la cocinera sacó la salsa reclamándole dónde estaba el plato, pero bueno, comimos.
Empezamos a hacer las averiguaciones pertinenentes, para ir a conocer el pueblo de pescadores, le preguntamos a la rubia, nos aconsejó ir de mañana tipo 10 hs, dijo - Así van con tiempo y si hay sol no pega tan fuerte- comentó mientras esperaba ansiosa a su deeler que andaba dando vueltas, mientras tanto el marido soportaba a su madre y los niños.
Igual comimos tranquilos, sacamos alguna foto que está por ahí, y con Pelado tratamos de convencer a Andrés y a Diego, tarea no muy fácil, intentando sumar caminantes.
Le preguntamos también a la chica que nos atendía acerca de esa aventura.
- Y… es medio tarde, la gente va generalmente por la mañana o a primera hora de la tarde para aprovechar más tiempo.
Terminamos de almorzar salimos un poco del quincho y charlábamos mientras la mesera fumaba sentada atrás del local.
- ¿Qué hacemos?- comentó alguien.
Miramos la hora ya eran las 16.00, una gran tormenta de grandes nubarrones oscuros se veía en el horizonte no muy lejos, el viento ya se había hecho presente, levantando la arena que traía de la playa.
- Miren que la gente nos dijo que era mejor de mañana.
- No sé, esta acá fumando un porro mientras trabaja, la otra desesperada dejó al novio, los hijos y la madre para salir a buscar. No saben nada – comentó Pelado.
Así que siguiendo nuestro espíritu nos fuimos hacia la playa de Valizas.
- ¿Ustedes van por que se les da por la aventura no? – comenta Diego.
- Yo los acompaño un poco y vuelvo – agregó Andrés.
Con el Pelado lo teníamos decido antes de salir de Santa Fe hacer ese camino, así que nada parecía detenernos en ese momento.
Llegamos a la playa y el viento se sentía un poco más, la arena volaba ya a unos diez centímetros del suelo. Nos sacamos otra foto los cuatro y en ese momento Andrés ya se decidió a regresar.
- Bueno yo arranco después veo, pero si llego volvemos en colectivo, caminando ni los sueñen- fueron las palabras de Diego.
Así partimos, dos mochilas con boludeces adentro, yo llevaba una campera, máquina de fotos, además Leo se encargó de la botella de agua, Diego llevaba una mochila también, nunca supe que tenía adentro. Con una posición inclinada hacia delante de 45 grados, empujando para cortar el viento en contra, partimos.

Primer tramo.
Entre risas, comentarios, y esfuerzo comenzamos a caminar buscando la orilla al mar donde era más firme el suelo y no se levantaba tanta arena que igual nos castigaba los pies, rumbo al sur partimos, sabíamos que una parte se cruza en lancha porque desemboca el arroyo Valizas, era todo hasta divertido, había tres lanchas que se iban turnando, delante nuestro un grupo de unas cinco personas nos llevaban algunos metros, llegamos a la orilla, preguntamos por donde ir y ahí el señor lanchero nos explicó, señalando un médano gigante nos dijo si cortan por acá salen derecho al cabo, es éste el camino más corto, o si no pueden ir por la costa del mar, es el camino más largo, fue toda lo que nos indicó, el paso era corto, le pagamos y descendimos de la embarcación.
Cuando estábamos pisando suelo firme, llegaban dos caminantes a quienes consultamos.
- Miren es más lindo ir por la costa, se alarga un poco más casi se suma una hora al recorrido, pero el paisaje es mejor.
- ¿Ustedes que camino hicieron?
- El más largo de ida y vuelta, esta bueno.
Así que decidimos de la forma que tomamos decisiciones en todo el viaje sin demasiado análisis.
- Vamos por el camino mas largo, tal vez no tengamos otra oportunidad de volver a hacer esto.
Emprendimos el camino, delante parecía que iba Jack Sparrow imaginario, nosotros éramos los tres corsarios mas rudos caminando de los mares en las arenas de Valizas rumbo a Cabo Polonio, el viento en contra era más intenso, igual la cámara digital hacia sus flashes con las fotos que cada cincuenta metros sacábamos para recordar la aventura.
A medida que pasábamos los paisajes de playas, médanos y piedras resultaban atractivas, todo iba muy bien con risas y cargadas, cada tanto nos deteníamos, porque no se podía hablar al caminar ya que costaba oírnos.
Pasaba el tiempo y avanzamos en el trayecto.
Habíamos caminado hora y media más o menos, las caras con sonrisas habían cambiado por aspectos de gente cansada, las distancias entre uno y otro eran alrededor de veinte metros, para más había empezado a lloviznar.
Yo no sé porqué se me ocurrió que debido al viento, el agua que nos mojaba provenía de las olas que rompían en la pedrera, se lo comento a Leo.
- No es lluvia, mirá si el agua va a salpicar tanto- sonriéndose.
Efectivamente tenía razón, ya estábamos más retirados de la orilla porque había algunas barrancas y las gotas venían de arriba.
Seguimos caminando. Por ahí diego comenta.
- Ya debemos estar cerca, casi llegando hace alrededor de dos horas que caminamos.
La verdad que si algo no parecía es que estemos por llegar, para más hacia adelante el panorama era un médano gigante y piedras.
Nos esperamos y nos reunimos los tres, vamos a cortar camino mejor. Y apuntamos medio giro hacia la derecha, nadie cuestionó nada.
Caminamos media hora más. Diego nos dice.
- ¿Se dieron cuenta que no se escucha el mar?
- Es el médano y el viento- comentó alguien.
Seguimos un rato más. Me doy vuelta espero a Leo y le digo.
- ¿Viste que hoy teníamos el viento de frente y ahora lo tenemos a favor?
- Si debe haber cambiado. Dio vuelta el viento.
Caminamos otro poco. Y esta vez comenta Leo.
- Qué raro no se ve una gaviota…
Aunque cansados, pero lejos de cualquier preocupación:
- ¡Mirá si nos perdemos!
- O si volvemos a Valizas.
Risas.
- Debe ser en aquellos árboles, apuramos el paso entre las espinas y esa arena donde nos hundíamos.
Caminamos y empecé a sorprenderme.
- ¡Una antena de celular!
Ya era medio tarde, más de dos horas caminando por lo menos, eso servía para fortalecernos y darnos el último envión.
- Pero si en Cabo Polonio no hay luz ni servicios dicen. ¿Qué va a hacer una antena de telefonía ahí?
Silencio. Risas.
- No vamos a ser tan inútiles de a ver vuelto.
Caminamos un poco más y no podíamos convencernos hasta que vemos el rio con las lanchas que pasamos horas antes.
- ¡No, es increíble!, no puede ser.
Miramos para el otro lado y vimos un caminante que venía a paso firme.
- ¿Aquello que se ve allá es Cabo Polonio?
- No- Dijo el caminante- tenés una hora y media más, si seguís derecho para allá (señalando el lado contrario) media hora subís al médano y ahí se ve el faro, parece cerca pero caminen sin aflojar porque falta bastante.
Bueno, nos alejamos de la costa, el viento que cambió, el mar que no se oía, las gaviotas que ya no volaban por ahí, evidentemente habíamos regresado.
Hicimos un pequeño planteo y no podíamos volver. Agachamos la cabeza y continuamos cuarenta minutos más.
Llegamos a la punta del médano, ahí se vio el faro.

Al fin y al cabo.
El camino fue el más relajado de todo, por la playa quedaron atrás los médanos y la arena floja.
Caminamos humedecidos, me quedé sacando fotos a las focas, lobos marinos y peces muertos en la orilla, había espacios llenos de conchas muertas también, trataba de que no decaer por el cansancio.
Encontramos cuatro lindas chicas suecas, nunca entendimos nada, solo eso.
Llegamos a Cabo Polonio, sus costas con barcos pescadores, las casitas bien separadas sobre la playa cada cuarenta o cincuenta metros, se iban juntando al llegar al faro.
Recorrimos todo, sentimos sus vientos, respiramos su aire, fumamos, encontramos paz, no nos invadió la ansiedad que nos desbordaba al llegar a otros lugares pensado cuánto más íbamos a conocer, sentíamos haber llegado “al lugar”.
Descansamos, contemplamos el lugar mucho tiempo, en silencio, miradas sin decir nada, nada, nada, sentados en distintos lugares, nos olvidamos de la hora y la tarde se estaba despidiendo.
Fuimos a un bar a comer algo y tomar alguna cerveza, el frío se hacía sentir aún más.

El Regreso
Nos quedamos ahí, en un bar, rodeados de extranjeros. Pedimos para comer.
Le preguntamos a la mesera los horarios para salir en esos vehículos gigantes que te sacan a la ruta.
- El último sale en media hora, pero averigüen por las dudas.
Fuimos a la boletería y uno salía en minutos el otro en media hora más.
Consultamos y no había más transporte que nos lleve una vez en la ruta a Valizas.
El viaje en semejantes camiones con unos bancos atrás y una gran estructura de caños de colores amarillos pero sin protección en el techo, seguramente los días de lluvia llevarían una carpa, la verdad no pregunté. Fue una parte más aventura, los chicos con mucho frió, es que para más ya se había ocultado el sol y estaba oscureciendo.
Llegamos a la ruta de noche, preguntamos si pasaba algún ómnibus, y la respuesta no nos sorprendió, fue un claro – No, hasta mañana no hay nada.
Mis compañeros de aventura intentaron detenerse a pensar.
- Vamos a la ruta a hacer dedo es de noche pero ¿qué podemos perder? – sólo recibí como respuesta dos miradas desahuciadas.
Caminamos hacia el asfalto, nos paramos en la ruta, mucho viento, los pocos autos que pasaban no tenían ánimo de detenerse a esa hora, esperamos un rato, bastante.
Quisimos llamar a Andrés pero yo no tenía agendado su número así que tuve la brillante idea de llamar a Santa Fe, para que llamen al hermano de Andrés a Córdoba y él se comunique con Andrés para avisarle.
A partir de ahí hicimos dedo al costado de la ruta, mirando en la oscuridad que par de ojos luminosos podrían ser los del auto de Andrés.
Salía una camioneta que venía con pasajeros del último viaje desde el cabo, Pelado corrió a hablarles, se apiadó de nosotros, y nos llevó por la ruta hasta la entrada a Valizas, una joven pareja con su hijo, la mujer iba descompuesta, así que tuvimos que detenernos, ya nada nos importaba, ellos estaban viajando a una fiesta y nos dejaban de paso, fueron muy amables todos.
Nos dejaron en la entrada, no dudamos en empezar a caminar a pesar que sabíamos que nos restaban esos últimos 10 KM, y preocupados por Andrés que no lo habíamos visto venir, caminamos en la noche oscura de viento y una tenue llovizna, ya nadie hablaba.
Una camioneta se detuvo para ofrecernos acercarnos al pueblo, por supuesto ni dudamos, su conductor un personaje que cuestionó gran parte del trayecto a la gente que iba al Cabo, con ciertos argumentos válidos para su punto de vista.
- Desde los cuatro años vengo a Valizas y todavía la gente se cree más bohemia porque va al cabo, no hay agua, luz, ni servicios, claaaro por eso son bohemios-
Nosotros decíamos todo que sí, no teníamos ganas de que nos bajen a mitad de camino, ni siquiera que se lo plantee.
Llegamos a Valizas, Andrés estaba en el mismo bar frente a la plaza desde donde partimos. Su celular no tenía señal, entonces nunca se anotició de la razón de nuestra demora.
Le contamos todo ya cansados pero con risas.
No sé bien lo que provocó esto si fué la mística del lugar, nuestro asombro, sentirnos plenos y en estado natural por un momento, el estar lejos de todo pero sentirnos fuertes o qué. Si sabemos que estábamos fortalecidos y muy contentos de haber conocido un lugar increíble. Seguramente va a quedar para siempre, siempre, siempre en nuestra memoria..

2 comentarios:

Anónimo dijo...

buenisimo AL FIN Y AL CABO...me gustó mucho el relato, y me gustó mas haber sido parte de esa aventura...un viaje con tantas historias para contar!!! dijo el de la camioneta "ahhhhh yo tengo mas onda porque me tiré un pedo en el polonio...andaaa!!!!", y otra mas: cuando viste una especia de cabo lleno de arbole dijiste"mira Diego....ese es el cabo polonio ( que habrá sido eso?)...pero el polonio no era....

Yararán dijo...

Muy elocuente el título!